Las festividades religiosas, se inicia las dos últimas semanas de cuaresma; conocidas como “la semana de dolores” y “la semana santa”. Previo a la primera semana, cada familia asumiendo un compromiso de fe y, durante veinte días a un mes en casas particulares, cuyo propietario generalmente era el fiscal del barrio. Desde las seis de la tarde se reunían en aquel lugar damas que en mayor número eran solteras para ensayar cánticos religiosos. Eran estrictas estas reuniones que el regidor de culto o capellante, provisto de una zumba o verga (cuero de vaca) “tres puntas” latigaba, haciéndolas arrodillar a las reacias muchachas que no lograban asimilar los cánticos religiosos como: “viernes día de dolores”, “alma perdida”, “el cruz de madero” etc. Asimismo un grupo seleccionado se encargaba de labrar ceras, a cuyo término el barrio les brindaba una suculenta merienda. Conviene recordar que en Acolla hubo trece barrios de rezadoras, a cuyos “rezacus” (el que hacía rezar) les pagaban sus servicios.
lunes, 22 de marzo de 2010
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me podria decir mas sobre la semana santa en acolla
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